Unidad 4: Civilizaciones
pre-colombinas.
Clase II: 06-17
“El gran imperio Azteca”.
Aztecas o mexicas, es el nombre de un pueblo que dominó el centro y sur
del actual México, en Mesoamérica, desde el siglo XIV hasta el siglo XVI y que
es famoso por haber establecido un vasto imperio altamente organizado,
destruido por los conquistadores españoles. Algunas versiones señalan que el
nombre de “azteca” proviene de un lugar mítico, situado posiblemente al norte
de lo que hoy en día es México, llamado Aztlán; más tarde se autodenominaron
mexicas. Los aztecas fueron los últimos nahuas en llegar al valle de México,
que estaba ya bajo el dominio de los monarcas de Azcapotzalco, donde pidieron
refugio, con la autorización de estos, en Chapultepec. Después en Tizapán y en
diversos sitios del lago de Texcoco, hasta fundar Tenochtitlán, que también se
llamó México, voz derivada de Mexitl, expresión con que se designaba así mismo
al Dios principal: Huitzilopochtli.
Desde un principio los demás pueblos vieron con malos ojos a los
aztecas, por sus actos bárbaros, robos y su actitud sanguinaria; en este tiempo
su situación era económicamente miserable. En esta época los aztecas seguían
divididos entre ellos mismos, un grupo se separó y fundo el pueblo de
Tlatelolco, que fue rival de Tenochtitlán por algunos años, hasta que los
habitantes de esta misma lo anexaron a su dominio. Para ellos, la tierra era el
centro del mundo. Por encima de ella había trece cielos en los que moraban los
dioses y los astros y, por debajo, el Inframundo se componía de nueve pisos en
los que habitaban diversas fuerzas, gobernadas por Mictlantecuhtli ("Señor
del lugar de los muertos") desde el piso inferior. El Sol salía por el
este e iba ascendiendo por los distintos pisos hasta llegar al cenit o
mediodía. Entonces comenzaba a bajar para adentrarse en el Inframundo, al
oeste. Mientras iba haciendo su recorrido por los nueve pisos, la noche se
apoderaba de la Tierra.
La medicina y la herbolaria son las disciplinas en las que más
destacaron. La magia estuvo muy ligada a la medicina, pero bajo los ritos se
ocultaban sólidos conocimientos. Las enfermedades se atribuían a la acción de
fuerzas maléficas manejadas por brujos; por eso la curación correspondían a un
hechicero, el ticitl, que recetaba hierbas medicinales, sangrías, tisanas y
baños, sobretodo, a vapor. Un elemento
fundamental en el culto religioso eran los sacrificios humanos, que para los
aztecas eran una especie de compensación o pago que los hombres daban a los
dioses. El sacrificio más común consistía en arrancar el corazón a la víctima,
ofreciéndolo en seguida al Dios. En otras ocasiones, durante la fiesta en honor
a Xiutecuchtlil, dios del Fuego, la víctima era arrojada con intervalos sobre
un montón de brasas. Otras formas de sacrificio consistían en tener al
prisionero atado en un sitio para después lanzarle flechas hasta que éste
muriese, y la sangre que caía a la tierra se suponía la hacía fértil. En honor
de la tierra y de Xipe, a la víctima se la desollaba después de matarla y el
sacerdote se vestía con la piel de aquella.

Había meses consagrados al sacrificio de niños que eran llevados a las
cumbres de los montes, adornados con plumajes y guirnaldas; sus sacrificadores
los acompañaban tañendo instrumentos musicales, cantando y bailando. La
ceremonia de inmolación tenía como objetivo el pedir lluvias, y si los niños
lloraban era un buen signo. El corazón les era arrancado como parte final del
acto. En la fiesta del "Toxcatl" se sacrificaba a un mancebo (imagen
de Tezcatlipoca), a quien durante todo un año se le agasajaba con fiestas y
regalos, preparándosele para la muerte. Los ritos exigían que hubiese también
ofrendas y oraciones, sahumerios con copal y otros actos. Las calaveras de los
sacrificados se conservaban en el "Tzompantli", o gradería de cal y
piedra. El de Tenochtitlán tenía no menos de 136.000 de ellas al tiempo de la
Conquista.
Comentarios
Publicar un comentario